It’s Time to Build, Marc Andreessen
Marc Andreessen de publicó en 2020 el ensayo It’s Time to Build, de obligada lectura. Especialmente para ingenieros. Para el que no lo conozca, Marc es una referencia en el mundo del emprendimiento y del capital riesgo, y uno de los pioneros de la revolución digital.
Marc desarrolló en 1992 el primer navegador web gráfico, Mosaic, que luego se convirtió en Netscape, el navegador líder hasta que Microsoft lo desplazó del mercado con feas prácticas anti-competitivas. Más tarde, fundó una de las primeras compañías de computación en la nube, Opsware, con Ben Horowitz. Y los dos, Marc y Ben co-fundaron en 2009 a16z, una de las compañías de capital riesgo de referencia en Silicon Valley.
El mensaje de Marc es que construir es bueno; tenemos que construir, necesitamos construir. Lo cual, para nosotros ingenieros, que construimos cosas (como decía el inefable Rajoy de los catalanes) esto es casi una obviedad. Pero si lo pensamos bien, para el marco mental dominante en el mundo en las últimas décadas ha sido más bien lo contrario: que construyan otros (los chinos, mayoritariamente) mientras en el primer mundo lo que se lleva este verano son los servicios, lo digital y mover dinero (la financiarización).
Y en estas ha llegado el Covid-19 y nos ha puesto en evidencia: no producimos mascarillas, ni EPIs, ni respiradores, … y poner en marcha líneas de producción de estos artículos de tecnología media-baja nos resulta una tarea titánica. Por no hablar de costes, que ahora no es el momento de ponerse a mirarlos… A pesar de tanto hablar del movimiento maker, de la producción aditiva, la impresión 3D, la producción flexible, la automatización y la robotización, …
Y no se trata de ir hacia una autarquía industrial en la que produzcamos todo domésticamente, en absoluto. Pero si fuéramos constructores de verdad, y tuviéramos una potente cultura industrial y aprovecháramos de verdad la tecnología disponible (producción flexible, automatización) seríamos capaces de responder a retos como estos de forma rápida, eficaz y eficiente. Lo que nos hace falta es una reindustrialización inteligente, y no es nada obvio lo que significa inteligente en este contexto; nos va a hacer falta mucha reflexión… y mucha suerte para acertar.
Para ponernos a construir en serio, partiendo de donde estamos hoy, nos van a hacer falta voluntad y decisión, por supuesto, pero también mucha capacidad de organización. Y una de las evidencias que nos deja esta crisis es un fallo clamoroso en nuestras capacidades organizativas a todos los niveles. Hay buenas intenciones, voluntad y capacidad de decisión y también hay recursos, todo se moviliza para hacer frente a la crisis sin escatimar nada. Pero el resultado es muchas veces decepcionante. Desde la incapacidad para poner en pie procesos de compras rigurosos hasta problemas logísticos inauditos en un mundo como el actual, pasando por funcionarios haciendo tareas impropias junto a funcionarios sin tarea alguna, todo ello en un clima de confusión y parálisis que no permite acometer las tareas realmente necesarias. Como, por ejemplo, la incapacidad para organizar series de datos homogéneas y consistentes, ni para poner en marcha estudios de seroprevalencia…
No es lo único que nos ha faltado, pero algo que nos ha faltado de forma evidente y dolorosa es ORGANIZACIÓN. Y eso ha quedado patente para todos, no será tolerable en adelante que estos fallos de organización se repitan. Y este es nuestro terreno como ingenieros de organización. Pocas veces ocurre que las expectativas de progreso y crecimiento, personal y colectivo, de un grupo de profesionales como son los ingenieros en general, y los de organización en particular, estén tan alineadas con las necesidades del país. Si el futuro es de los constructores, los ingenieros estamos llamados a jugar un papel clave, y no podemos fallar.
Autor: Rafael Ramos